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Septiembre recuerda a Pizarnik

sábado, 15 de septiembre de 2012.


Noche
correr no sé donde
aquí o allá
singulares recodos desnudos
basta correr!
trenzas sujetan mi anochecer
de caspa y agua colonia
rosa quemada fósforo de cera
creación sincera en surco capilar
la noche desanuda su bagaje
de blancos y negros
tirar detener su devenir

Flora Alejandra Pizarnik (1955). La tierra más ajena. Buenos Aires: Botella al Mar




Sueño
Estallará la isla del recuerdo.
La vida será un acto de candor.
Prisión
para los días sin retorno.
Mañana
los monstruos del buque destruirán la playa
sobre el vidrio del misterio.
Mañana
la carta desconocida encontrará las manos del alma.

A la espera de la oscuridad
Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos

Alejandra Pizarnik (1956, Reeditado en 1976). La última inocencia. Buenos Aires: Botella al Mar




La Carencia
Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

Alejandra Pizarnik (1958). Las aventuras perdidas. Buenos Aires: Botella al Mar




1
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro

cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

18
como un poema enterado
del silencio de las cosas
hablas para no verme

23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos

Alejandra Pizarnik (1962). Árbol de Diana. Buenos Aires: Editorial Sur




Poema
Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio.
Tú haces de mi vida
esta ceremonia demasiado pura.

Amantes           
una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío

Alejandra Pizarnik (1965). Los trabajos y las Noches. Buenos Aires: Sudamericana




Desfundación
Alguien quiso abrir alguna puerta. Duelen sus manos aferradas a su prisión de huesos de mal agüero.
Toda la noche ha forcejeado con su nueva sombra. Llovió dentro de la madrugada y martillaban con lloronas.
La infancia implora desde mis noches de cripta.
La música emite colores ingenuos.
Grises pájaros en el amanecer son a la ventana cerrada lo que a mis males mi poema.

Vértigos o contemplación de algo que termina
Esta lila se deshoja,
Desde sí misma cae
y oculta su antigua sombra.
He de morir de cosas así.

Alejandra Pizarnik (1968). Extracción de la Piedra de Locura. Buenos Aires: Sudamericana




Signos
Todo hace el amor con el silencio.
Me habían prometido un silencio como un fuego, una casa de silencio.
De pronto el templo es un circo y la luz un tambor.

Lazo mortal
Palabras emitidas por un pensamiento a modo de tabla del náufrago. Hacer el amor adentro de nuestro abrazo significó una luz negra: la oscuridad se puso a brillar. Era la luz reencontrada, doblemente apagada pero de algún modo más viva que mil soles. El color del mausoleo infantil, el mortuorio color de los detenidos deseos se abrió en la salvaje habitación. El ritmo de los cuerpos ocultaba el vuelo de los cuervos. El ritmo de los cuerpos cavaba un espacio de luz adentro de la luz.

Alejandra Pizarnik (1971). El Infierno Musical. Buenos Aires: Siglo XXI



Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, Argentina 1936-1972). Nacida como Flora Pizarnik. Es una de las poetas más importantes de Argentina, que realizó su obra en la década del sesenta siendo una de las voces más representativas de esa generación.
Permaneció como estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires hasta 1957, tomando cursos de literatura, periodismo y filosofía, pero no acabó sus estudios. Paralelamente tomó clases de pintura con Juan Batlle Planas.
Lectora profunda de muchos y grandes autores durante su corta vida, intentó ahondar en los temas de sus lecturas y aprender de lo que otros habían escrito. Así se motivó tempranamente por la literatura y por el inconsciente, lo que a su vez hizo que se interesara por el psicoanálisis.
Firmemente apolítica e influenciada en su lirismo por Antonio Porchia, los simbolistas franceses, en especial Arthur Rimbaud y Stéphane Mallarmé, por el espíritu del romanticismo, y por los surrealistas. Pizarnik escribió libros poéticos de notoria sensibilidad e inquietud formal marcada por una insinuante imaginería. Sus temas giraban en torno a la soledad, la infancia, el dolor y, sobre todo, la muerte. Su poesía se encargó de poner en escena lo desgarrador del silencio creativo, abriendo una puerta para las nuevas mujeres poetas, para trabajar sobre ese material.

Obras: La tierra más ajena (1955), La última inocencia (1956), Las aventuras perdidas (1958), Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de locura (1968), Nombres y figuras (1969), El infierno musical (1971), La condesa sangrienta (1971), Los pequeños cantos (1971), El deseo de la palabra (1975), Textos de sombra y últimos poemas (1982), Zona prohibida (1982) (Poemas, muchos de ellos borradores de piezas publicadas en Árbol de Diana, y dibujos), Prosa poética (1987), Poesía completa 1955-1972 (2000), Prosa completa (2002).


Si quiere saber un poco más, visita estos enlaces:



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Olympia...

martes, 11 de septiembre de 2012.


I
hagamos usted y yo un largo viaje por la casa de los vivos. de esos ejemplares que, bien conservados preguntan de usted y de mí. hagamos un alto en el recorrido sobre su cama para sabernos vivas, que somos la parte parecida a las tormentosas rayas de la noche, las que no vemos, las que no probaremos nunca. deme usted la parte de su cuerpo, esa orilla que nadie conoce, ni siquiera las intimidades de su baño ni los pudores discretos de su espejo, quiero acostarme con usted a esta hora para saber que la tengo debajo de una mano, las rodillas en su riñón, su espalda repartida.

III
he terminado con el drama. adolezco de la falta, del aullido brutal y mudo a media noche, del insomnio, de la deuda, del rigor entrando a las ventanas o a la edad. ya no tengo historias crudas que merezcan ser contadas, no me animan las formas nimias ni los cuerpos fríos. la indiferencia cesó su delicioso juego de matarme. estoy evaporada de pasiones. pasé de la agónica existencia al respaldo de la cama, a los pies en alto del descanso. noto mis transformaciones: las mujeres no me rasgan sus recuerdos no se entierran regreso a la casa, contenta de tener casa sin soñar con el fracaso sin aspirar a lo irrevocable al abismo a los brazos inertes, para siempre inertes de un cuerpo maltratado. no me azotan mis filisteos comentarios ni me hieren los idiomas. la lupa de mi lengua no se altera sobre cuerpos inventados no seduce no adora. noto con horror, sin valentía, que comienzo a ser feliz.

V
tomada de la mano por mi otra mano, reconociendo lúcidamente que al final este intento será sólo una página muerta, quería contarles que no puedo ni un minuto más. he sido arrollada por la presencia por la visita de un extraño que desata sus terribles sin permiso. a ratos percibo que una loca y arriesgada invitación, uno de esos juegos donde el peligro puede tocarse lo dejó aquí, entre mis sábanas, entre mi voz, sobre la cama. ahora, posesionado de mis ámbitos, cómodo huésped que abusa, pretende para siempre dominar en mis entornos, ahuyentar a mis otros y hacer de mi delgadez su inextirpable nido.

XXII
en vilo sostenida por un hilo por un frágil pasadizo que alargado me somete a los altos de las luces, a las formas redondas del bombillo, magia de las luces que apagadas acompañan en tibio vapor mi alma helada. cómo hablarle de los míos, cómo asombrarla con tanta y tanta porquería (no temer, no encubrir, es únicamente porquería), cómo recoger su cuerpo absurdo y recordado en estas horas darle espacio a sus menores e infinitos, desordenar sus brazos y traer su cuerpo a la parte más cómoda del mío. qué recostada y lejos de sus formas. llorarla y pensarla en futuro cuando se sabe que nada ni nadie recordará que la he traído esta noche separada por andamios que la buscan en cuerpos que se repiten, en abrazos que ya odio, en el beso sometido. tengo que oírla voces oscuras, tengo que oírla tengo que apurar mi tiempo al lado suyo porque no tenemos nada.

XXIV
ahora sé que no moriré esta noche. si transcurro, y si recorro perdida entre resplandores y seres me encuentro en la forma del espejo que separa mi cuello de los otros. si subiendo por intrincadas escaleras y sostenida en barandas he vivido cayendo ahora sé que no moriré esta noche y es porque reposo en el lado vacío de la cama, repetido lado que nombro en minúsculas, y enumero, y quejado va en textos y entiendo que seguirá el vacío aún con la sólida sombra de una hermosa reposando. ahora sé. la mano tendida buscándose en la aridez la falta reventando con esa voz que mancha almas de niños cuando nombro y donde está el espacio reinado que cubren tus hijos y donde está el sueño dictado mientras yo escribía. y sé que no me apodero del gatillo porque no es la voz mía la que despide para siempre los fetiches con que decoro mis ideas, esta noche que no será la última aunque quiera y me sienta demonio con su tos menor y con la arritmia de mis brazos que hinco sobre la máquina para el levantamiento de la queja a punto de morir porque sé que esta noche no es.

XXXIV
los demás, los otros, pidieron por mi amor quedarse sordos. con el tiempo olvidé la demora. la repetición absurda de los sueños me acercó a la última prueba. poco a poco dejaron de interesarme las fotos, los rasgos de la sabiduría. fui degenerando en un esbelto amuleto que acompañaba mi muerte, que también dejó de interesarme. quería renunciar a mis visitas sobre el espejo, ya me conocía. podía predecir las caras venideras. ninguna religión pudo atajar el miedo a perderme. el insomnio impetuoso –aún en el sueño- me dio claves de la muerte que me habitó lenta y callada, de cíclicos movimientos recluída, a la intemperie de la memoria, detuve ese continuo y harto viaje de traerme a la vida tantas veces. me fui quedando muda al fin. quedarme o irme, atravesar la maroma de la noche. no pude decírselo a nadie.

Manón Kübler (1992). Olympia. Caracas: Monte Ávila Editores.



Manón Kübler (Caracas, 1961). Poeta, periodista. Famosa por sus atrevidos reportajes en la revista Exceso. Guionista de teatro, cine experimental y televisión, ha recibido varios premios nacionales e internacionales por sus cortometrajes. Ha publicado un poemario: Olympia (1992). Obra inédita: Bluff.

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El regreso de Manón Kübler...

lunes, 10 de septiembre de 2012.




IV
resultaba entonces un exceso. quizás un permiso, la ofrenda ajena, tal vez el indulto, o esa huella tatuada a fuego donde permanezca al fin y al cabo la definición de un trayecto, de un leve y ya inocuo trayecto. andar y desandar los muros de lo mío, dar un solo salto de la cama a la cocina, conocer inmensamente los secretos del silencio, este agravio de enjuagar mis voces con una sola lengua, porosa, cólica, un dialecto, lo que nadie habrá de oír.
en la dicha circular de mi paseo a solas, de pronto, inexplicablemente, surge un brevísimo hilo, el mismo que rige mis respuestas, da mi cara a otros o presta mis ojos a un interlocutor fugaz. ese mismo, ese que me pretendo víctima o escudero, el mismo que en el aplauso o en el desdén me otorga mirada o lastima, contradicción entre gobiernos y destrezas. y es que me creen sacrificio, feliz convocatoria de reunirme a solas en un limbio también me creen, único que presta recaudos a su voz, que endurecida dará tramite a esta maniaca, monotemática plenitud de enterrar la vida cuando fui yo quien busco la puerta. fui yo quien consigue la prisa. haber vulnerado la curiosidad de otro hasta conseguir la palidez misma de un planeta, y es que fui yo quien tuvo la odisea de inventarlo. al sentarme aquí, noche o madrugada, no importa el tiempo, pues el horario no traduce la pésima confección de una frase vilapidaria y cruel, insistentemente absurda, la mitad de una vida vista desde la borda, sin marchitos ni chimenea sin el vapuleante sabor de vapores o de mares.
el trago surtía sus efectos, daba curvas, mareando explicaciones. yo misma había sido, yo misma guarde el as prolijo, secuestrado pudor, solo. realmente solo. antes era nausea y exabrupto, antes era dolor y era balazo, antes era joven y ofendida. antes, antes, antes.

Manón Kübler (abril 5, 2011). Del libro bluff. Desaparecido. Fragmento IV.



Manón Kübler (Caracas, 1961). Poeta, periodista. Famosa por sus atrevidos reportajes en la revista Exceso. Guionista de teatro, cine experimental y televisión, ha recibido varios premios nacionales e internacionales por sus cortometrajes. Ha publicado un poemario: Olympia (1991). Obra inédita: Bluff.

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Mario Benedetti

viernes, 31 de agosto de 2012.



FUEGO MUDO

A veces el silencio
convoca algarabías
parodias de coraje
espejismos de duende
tangos a contrapelo
desconsoladas rabias
pregones de la muerte
sed y hambre de vos

pero otras veces es
solamente silencio
soledad como un roble
desierto sin oasis
nave desarbolada
tristeza que gotea
alrededor de escombros
fuego mudo


SEQUÍA

No llueve
Hace ya meses que no llueve
Los pastizales y los bosques arden
Cuando los roza el fósforo del sol

también los corazones están secos
hace ya mucho que no llueven sueños
Pero los corazones no se incendian
cuando los roza el fósforo del sol


LA POESÍA NO ES

La poesía no es un filtro de las cosas
ni un raro sortilegio ni un consejo rotundo
no está obligada a dar un mensaje profundo
ni a extraer del olvido las palabras ociosas

no es aurora de fuego ni boceto de diosas
ni suele describir los vitrales del mundo
no tiene porque ser morral de vagabundo
y sin duda no es camino de rosas

todo esto que no es ocupa larga lista
sin reglas definidas / poco convencional
más o menos un reto para el coleccionista

en cambio lo que es imprime su señal
y en el nuevo paisaje que propone el artista
la poesía asume su invento de lo real


SUEÑOS

Los sueños de la siesta
no son los mismos que los de la noche

sueño en la noche a veces
con tapias / hondonadas
las embestidas del pampero
la lluvia en los cristales
el perdón insolente
y alguna empuñadura que golpea
en este corazón
y no le abro

pero en la siesta sueño
que soy yo mismo duende del otoño
y en consecuencia un eco del aljibe
el viento que se arruga
la salmodia frutal del aguacero
la empuñadura que golpea
en otro corazón
y no me abren

los sueños de la siesta
no son los mismos que los de la noche

sueño en la noche a veces
con equis no zanjadas / con farolas
que parpadean en la bruma
sueño con lúbricas tristezas
con silencios de huérfano
y alguna empuñadura que golpea
en este corazón
y no le abro

pero en la siesta sueño
con el lindo martirio
del amor y otros prófugos
con el beso de lágrimas
con la vida imposible
y con mi empuñadura que golpea
en otro corazón
y no me abren

a qué negarlo
los sueños de la siesta
no son los mismos que los de la noche

     
EL AMOR ES UN CENTRO

Una esperanza un huerto un páramo
una migaja entre dos hambres
el amor es campo minado
un jubileo de la sangre

cáliz y musgo / cruz y sésamo
pobre bisagra entre voraces
el amor es un sueño abierto
un centro con pocas filiales

un todo al borde de la nada
fogata que será ceniza
el amor es una palabra
un pedacito de utopía

es todo eso y mucho menos
y mucho más / es una isla
una borrasca / un lago quieto
sintetizando yo diría

que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasmita


SEÑALES

En las manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes

doy lo que puedo
y no tengo vergüenza
del sentimiento

si los sueños y ensueños
son como ritos
el primero que vuelve
siempre es el mismo

salvando muros
se elevan en la tarde
tus pies desnudos

el azar nos ofrece
su doble vía
vos con tus soledades
yo con las mías

y eso tampoco
si habito en tu memoria
no estaré solo

tus miradas insomnes
no dan abasto
dónde quedó tu luna
la de ojos claros

mírame pronto
antes que en un descuido
me vuelva otro

no importa que el paisaje
cambie o se rompa
me alcanza con tus valles
y con tu boca

no me deslumbres
me basta con el cielo
de la costumbre

en mis manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes

doy lo que puedo
y no tengo vergüenza
del sentimiento.

Mario Benedetti (2001). El olvido está lleno de memoria. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana


Mario Benedetti (Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia): (Paso de los Toros, Uruguay, 14 de septiembre de 1920 - Montevideo, Uruguay, 17 de mayo de 2009), fue un escritor y poeta uruguayo, integrante de la Generación del 45. Recibió la formación primaria y secundaria  en Montevideo y a los dieciocho años se trasladó a Buenos Aires donde residió por varios años. En 1945 formó parte del famoso semanario «Marcha» donde colaboró como periodista hasta 1974. Ocupó el cargo de director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Montevideo. Desde 1983 se radicó en España permaneciendo allí la mayor parte del año. Obtuvo el VIII Premio Reina Sofía de Poesía y recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. Su vasta producción literaria abarca todos los géneros, incluyendo famosas letras de canciones, cuentos y ensayos, traducidos en su mayoría a varios idiomas. Joan Manuel Serrat musicalizó varios de sus poemas en el disco El sur también existe.

Obras:
Cuentos: Esta mañana y otros cuentos (1949), El último viaje y otros cuentos (Número. 1951), Montevideanos (Booket, 1959), Datos para el viudo (1967), La muerte y otras sorpresas (1968), Con y sin nostalgia (1977), La casa y el ladrillo (compilación de versos y cuentos, 1977), Geografías (compilación de cuentos y poemas, 1984), Recuerdos olvidados (1988), La vecina orilla, Despistes y franquezas (compilación de cuentos y poemas, 1989), Buzón de tiempo (1999), El porvenir de mi pasado (2003), El otro yo, Los pocillos (1959), Almuerzo y dudas, Esa boca, El parque esta desierto, Historias de París (2007), Triángulo isósceles, Tan Amigos
Drama: El reportaje (1958), Ida y vuelta (1963), Pedro y el Capitán (1979), El viaje de salida (2008)
Novela: Quién de nosotros (Número. 1953), La tregua (1960), Gracias por el fuego (1965), El cumpleaños de Juan Ángel (Novela escrita en verso, 1971), Primavera con una esquina rota (1982), La borra del café (1992), Andamios (1996)
Poesía: La víspera indeleble (1945), Sólo mientras tanto (Número. 1950), Te quiero (1956), Poemas de la oficina (1956), Poemas del hoyporhoy (1961), Inventario uno (1963), Noción de patria (1963), Cuando éramos niños (1964), Próximo prójimo (1965), Contra los puentes levadizos (1966), A ras de sueño (1967), Quemar las naves (1969), Letras de emergencia (1973), Poemas de otros (1974), La casa y el ladrillo (1977), Cotidianas (1979), Ex presos (1980), Viento del exilio (1981), La noche de los feos (1983), Táctica y estrategia (1984), Preguntas al azar (1986), Yesterday y mañana (1987), Canciones del más acá (1988), Las soledades de Babel (1991), Inventario dos (1994), El amor, las mujeres y la vida (1995), El olvido está lleno de memoria (1995), La vida ese paréntesis (1998), Rincón de Haikus (1999), El mundo que respiro (2001), Insomnios y duermevelas (2002), Inventario tres (2003), Existir todavía (2003), Defensa propia (2004), Memoria y esperanza (2004), Adioses y bienvenidas (2005), Canciones del que no canta (2006), Testigo de uno mismo (2008)
Ensayo: Peripecia y novela (1946), Marcel Proust y otros ensayos (Número. 1951), El país de la cola de paja (1960), Literatura uruguaya del siglo XX (1963), Letras del continente mestizo (1967), El escritor latinoamericano y la revolución posible (1974), Notas sobre algunas formas subsidiarias de la penetración cultural (1979), El desexilio y otras conjeturas (1984), Cultura entre dos fuegos (1986), Subdesarrollo y letras de osadía (1987), La cultura, ese blanco móvil (1989), La realidad y la palabra (1991), Perplejidades de fin de siglo (1993), El ejercicio del criterio (1995), Vivir adrede (2007), Daniel Viglietti, desalambrando (Buenos Aires. 2007)
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Poema I

lunes, 30 de abril de 2012.

GATOS

En tierra lejana, desconocida
se encuentran la gata arisca y el gato negro
en una casa que los adopta
para que pasen la corta estación.

Ella callada, tranquila
observa la pelota que gira
en la penumbra de su soledad.

Él juguetón, loco
tapa la oscuridad de su habitación.

El gato negro se revela ante ella
provocándola con sus maullidos.

Ella lo mira fijamente
analizando la torpeza de sus juegos.

Intenta ignorarlo, si bien provoca
entrar en el juego de este aburrido invierno.

Repentinamente el cuerpo grande y azabache
se siente perdido en el juego que ha comenzado.
Sus peludas patas roza el cuerpo, aún arisco de aquella gata.

Una noche, sólo sus ojos penetran
en el calor fugaz de sus salvajes cuerpos.
En el juego de sus locuras entran
sin querer perder ni dejar la casa donde se refugiaron.

De pronto la casa se iba desvaneciendo
el reloj marcaba la hora de partida.
Los lugares que una vez sus patas pisaron, se desaparecían
sin dejar rastros ni huellas.

El tiempo y la distancia interrumpió sus efímeros jugueteos.

Ahora, los gatos
brincan tejados conocidos, cercanos
encontrándose con antiguos amigos gatunos
descansando en los sillones viejos de su hogar
procurando salir de la rutina, la costumbre
que mata, que aniquila el tiempo que pasa
que vuela y se nos va en este cuerpo cansado, lento.

Ellos (los gatos) recuerdan, extrañan tierras lejanas
en que los juegos los hizo delirar, soñar
pronunciarse en el ronroneo sutil de un toque
de sus patas que intentan aferrarse a esa cuerda, ausente
que perdió sin poder protestar.

Las horas pasan con la lluvia, el sol
que cae sobre su cuerpo peludo
rezonga en el silencio de la penumbra, del frio
de afuera que entra por la ventana
que intentan cerrar los dueños de la casa.

En un encuentro inesperado
recorriendo lugares ajenos, conocidos, cercanos
se cruzan los gatos.

Ya no habrá secretos
entre la gata arisca y el gato negro.

La gata observa, callada
buscando letras que descifren
este corto momento.
Ella percibe su aroma, su mirada siempre triste,
que oculta las penas con una leve sonrisa.

Los maullidos no se hicieron esperar
cubriendo esta ausencia arropada con el silencio
de una distancia estancada en la arena.

...

23:04 09.03.2011 © Ligia Ruiz
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El país de las últimas cosas... Paul Auster

jueves, 9 de febrero de 2012.


"Tu mente parece negarse a formar las palabras, no puedes forzarte a pronunciarlas, ya que aquello que tienes delante no es algo que puedas separar fácilmente de ti mismo. Esto es lo que quiero decir cuando hablo de aquello que te hiere; no puedes simplemente mirar porque, en cierto modo, cada cosa te pertenece, forma parte de la historia que se desarrolla en tu interior. Supongo que debe ser bueno endurecerse hasta tal punto que nada pueda afectarte nunca más; pero entonces te quedarías solo, tan absolutamente al margen de los demás que la vida se volvería imposible. Aquí hay algunos que logran hacerlo, que encuentran el coraje para convertirse en monstruos; pero te sorprenderá saber qué pocos son. O, para decirlo de otra manera, todos hemos terminado por convertirnos en monstruos pero no hay prácticamente nadie que no guarde en su interior algún vestigio de lo que solía ser la vida."


"Creo que nunca miré el mundo con tanta atención, como en aquellos viajes en tren hacia el norte. Quería que todo me perteneciera, que toda la belleza pasara a formar parte de mí misma, y recuerdo cómo me afanaba en recordarlo, intentando guardarlo para más adelante, atraparlo para cuando realmente lo necesitara. Pero lo curioso es que nada de aquello se quedó conmigo, lo he intentado con todas mis fuerzas, pero de un modo u otro siempre acabo perdiéndolo, y al final todo lo que recuerdo son mis esfuerzos por recordarlo. Las cosas pasaban demasiado rápido, y cuando lograba verlas, ya estaban esfumándose de mi mente, reemplazadas por otras que desaparecían antes de que pudiera verlas. Todo lo que me queda es una neblina, una resplandeciente y maravillosa neblina; pero los árboles, el cielo y el agua, todo aquello se ha desvanecido. Nunca estuvo allí, ni siquiera antes de que me perteneciera."


Auster, Paul (1994): El país de las últimas cosas. Barcelona, España. Anagrama


Paul Benjamin Auster (Newark, Nueva Jersey, E.U., 3 de febrero de 1947- ) es un escritor, guionista y director de cine estadounidense, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006. Estudió lengua y literatura inglesa en la Universidad de Columbia, centro del cual se graduó en 1970. En el país galo ejerció labor como traductor de autores franceses hasta su vuelta a los Estados Unidos en 1974. En la Gran Manzana se ocuparía como periodista, escribiendo en “The New York Review of Books” y en “Harper’s Saturday Review”.  A mediados de los años 80 y tras haber escrito poesía y ensayos, Auster debutó como novelista con “Jugada de presión” (1982), escrita con el seudónimo de Paul Benjamin. El mismo año apareció el libro de corte autobiográfico “La invención de la soledad” (1982). Se revelaría internacionalmente como escritor al publicar con éxito “La Trilogía de Nueva York”. Este título engloba una tríada de novelas de intriga conformadas por “La ciudad de cristal” (1985), “Fantasma” (1986) y “La habitación cerrada” (1986).

Posteriormente publicaría libros como “El país de las últimas cosas” (1987), “El palacio de la luna” (1989), “Pista de despegue” (1990), “La música del azar” (1990), “El cuento de Navidad de Auggie Wren” (1991), “Leviatán” (1992), “El cuaderno rojo” (1993), “Mr. Vértigo” (1994), “Smoke” (1995), “A salto de mata” (1997), “Heridas de amor (Lulu on the bridge)” (1999). “Sophie Calle: Doble Juego” (1999), “Tombuctú” (1999), “El libro de las ilusiones” (2002), y “La noche del oráculo” (2003). También ha escrito poemarios como “Cimientos” (1990), un libro de relatos titulado “Creía que mi padre era Dios” (2002), y guiones cinematográficos para “Smoke”, película dirigida por Wayne Wang basada en su propia obra, “Blue in the face” (1995), film co-dirigido por Wang y el propio Auster, quien dirigiría en solitario “Lulu on the bridge” (1999). Otras novelas de Auster son "Brooklyn Follies" (2005), "Viajes por el scriptorium" (2006), "Un hombre en la oscuridad" (2008), "Invisible" (2009), "Sunset Park" (2010) y "Diario De Invierno" (2012).

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La invención de la soledad...

martes, 31 de enero de 2012.


"Ha habido una herida y ahora me doy cuenta de que es muy profunda. Y el acto de escribir, en lugar de cicatrizarla como yo creía que haría, ha mantenido esta herida abierta. En ocasiones he sentido su dolor concentrado en mi mano derecha, como si sufriera un desgarramiento cada vez que levanto la pluma y la presiono contra el papel. En lugar de enterrar a mi padre, estas palabras lo han mantenido vivo, tal vez mucho más que antes no sólo lo veo como fue, sino como es, como será; y todos los días está aquí, invadiendo mis pensamientos, metiéndose en mí a hurtadillas y de improviso. Bajo tierra, en su ataúd, su cuerpo sigue intacto y sus uñas y su pelo continúan creciendo. Tengo la sensación de que para comprender algo debo penetrar en esa imagen de oscuridad, de que debo entrar en la absoluta oscuridad de la tierra."


¡Oh! Tú entiendes
que si acepto
vivir –que parezca
que te olvido-
es para
alimentar mi dolor
-de modo que este
aparente
olvido
puede brotar de un
modo más
horrible en lágrimas, en
algún momento
fortuito, en
medio de esta
vida, cuando tú
te me aparezcas.


"Estas historias en que el mismo niño es el protagonista son quizá las que más le gustan. A. advierte que, en forma similar, cuando él se sienta en su habitación a escribir el Libro de la Memoria, cuenta su propia historia hablando de sí mismo como si fuera otro. Para encontrarse, primero necesita ausentarse, y por eso dice A. cuando en realidad quisiera decir “Yo”, pues la historia del recuerdo es la historia de lo que se ha visto. La voz, por lo tanto, continúa. E incluso cuando el niño ha cerrado los ojos para dormir, la voz de su padre sigue hablando en la oscuridad."


"Como en los experimentos con perros de Pavlov (que, simplificándolos al máximo, demuestran la forma en que la mente establece relaciones entre dos objetos distintos: al final el primer objeto se olvida y por ende se convierte en otro) ha ocurrido algo, aunque no podríamos decir qué es. Quizá lo que A. se empeña en demostrar es que de un tiempo a esta parte él no ha olvidado ninguno de los dos términos y que siempre que su vista o su mente parecen detenerse, descubre otra conexión, otro puente que lo llevará a un nuevo territorio. E incluso en la soledad de su habitación, el mundo ha estado precipitándose sobre él a una velocidad desconcertante, como si de repente todo convergiera en él y le ocurriera al mismo tiempo."


Auster, Paul (1994): La invención de la soledad, Barcelona, España, Anagrama.


Paul Benjamin Auster (Newark, Nueva Jersey, E.U., 1947- ) es un escritor, guionista y director de cine estadounidense, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006. Estudió lengua y literatura inglesa en la Universidad de Columbia, centro del cual se graduó en 1970. En el país galo ejerció labor como traductor de autores franceses hasta su vuelta a los Estados Unidos en 1974. En la Gran Manzana se ocuparía como periodista, escribiendo en “The New York Review of Books” y en “Harper’s Saturday Review”.  A mediados de los años 80 y tras haber escrito poesía y ensayos, Auster debutó como novelista con “Jugada de presión” (1982), escrita con el seudónimo de Paul Benjamin. El mismo año apareció el libro de corte autobiográfico “La invención de la soledad” (1982). Se revelaría internacionalmente como escritor al publicar con éxito “La Trilogía de Nueva York”. Este título engloba una tríada de novelas de intriga conformadas por “La ciudad de cristal” (1985), “Fantasma” (1986) y “La habitación cerrada” (1986).

Con posterioridad Auster publicaría libros como “El país de las últimas cosas” (1987), “El palacio de la luna” (1989), “Pista de despegue” (1990), “La música del azar” (1990), “El cuento de Navidad de Auggie Wren” (1991), “Leviatán” (1992), “El cuaderno rojo” (1993), “Mr. Vértigo” (1994), “Smoke” (1995), “A salto de mata” (1997), “Heridas de amor (Lulu on the bridge)” (1999). “Sophie Calle: Doble Juego” (1999), “Tombuctú” (1999), “El libro de las ilusiones” (2002), y “La noche del oráculo” (2003). También ha escrito poemarios como “Cimientos” (1990), un libro de relatos titulado “Creía que mi padre era Dios” (2002), y guiones cinematográficos para “Smoke”, película dirigida por Wayne Wang basada en su propia obra, “Blue in the face” (1995), film co-dirigido por Wang y el propio Auster, quien dirigiría en solitario “Lulu on the bridge” (1999). Otras novelas de Auster son "Brooklyn Follies" (2005), "Viajes por el scriptorium" (2006), "Un hombre en la oscuridad" (2008), "Invisible" (2009), "Sunset Park" (2010) y "Diario De Invierno" (2012).
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