José Ángel Buesa
José Antonio Escalona Escalona
A la conquista de la soledad
I
Ahora sé tu nombre verdadero,
isla de soledad reconquistada:
tierra del corazón en el desierto,
residencia del llanto perdurable.
¡Aquí contigo, donde nada crece,
el tiempo es un remanso sin fronteras,
y el espacio un hermético recinto
bajo un cielo sin luz ni movimiento!
El rumor de la vida y de la muerte
y las remotas músicas del mundo
tus límites oscuros no traspasan.
¡Y el silencio delata su presencia
sólo porque en su entraña, prisionero,
oigo mi propio corazón clamante!
Sueño de amor
Perfecto sueño de amor sería
oír las voces del universo
que cantan enamoradamente:
como si no existiera el odio
que vence el poder de la ternura;
como si la ira de los hombres
no ensangrentara cuerpos y almas;
como si en las flores y los frutos
hubiera lozanía perpetua;
como si pudiesen ser amigos
el júbilo y la melancolía;
como si esa luz omnipresente
que define formas y colores
no fuese gemela de la sombra;
como si todos los corazones
merecieran de verdad su nombre;
como si todo dolor no fuera
paralelo alterno de la dicha;
como si las aguas de la tierra
corrieran siempre por cauces puros;
como si la herencia de la vida
no fuera, fatal, la propia muerte.
Cuando Dios dice
«Cuando Dios dice Amor,
Dios dice rosa».
Lo expresas con simplísima elocuencia
porque en la brevedad misma de la rosa
radica la hermosura de su vida
y en símbolo inmortal se transfigura.
Inmóvil
Inmóvil como siempre
me recibes.
Y en tu absorto silencio permanezco.
Tal actitud hierática del cuerpo
es aparente imagen. Muy adentro
del corazón
-timbal de la alegría
y de otros ritmos del sentir-
sigue
sin pausa
el íntimo concierto.
Sólo apariencia –digo- de reposo.
Porque el vuelo
de mi imaginación
en ilusorios giros me lleva
sucesivamente
del inmediato ahora
a lo pasado
y vuelta a lo que es sueño todavía.
Hable el silencio
Escucha
siempre
la exhortación de tus sentires
y las premoniciones de tu instinto
antes de revelar tus pensamientos.
Si no puedes expresarlos
-como ciñe de rumores
la fluvial corriente
las rocas
aflorantes en la mitad del cauce-
detén
el discurrir de las palabras
y que en tu corazón
hable
tan sólo la elocuencia del silencio.
Admoniciones
No digas a tus sueños
ceremoniosamente:
«Buenos días» o «Buenas noches».
Vívelos de verdad a toda hora
y a plena luz o en la absoluta sombra.
Que tus días
lo mismo que tus noches
no sean diferentes de tus sueños.
No preguntes al sol cada mañana
qué rumbo ha de seguir tu fantasía
pues no requiere itinerario
su incoercible libertad de vuelo.
No olvides que el Amor
es la sustancia única, que sacia
la sed y el hambre
de esa felicidad nunca imposible
que en alma y cuerpo todos anhelamos.
REFERENCIA: Escalona-Escalona, José Antonio (2008): Mi campesino corazón te nombra, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana
José Antonio Escalona Escalona (Sanare, estado Lara, 1917): Poeta, ensayista, crítico, bibliográfico, antólogo. Profesor Titular, jubilado de la Universidad Pedagógica Libertador, Caracas. Realizó estudios en el Instituto Universitario Psicotécnico de Río de Janeiro y de la Universidad de Minas de Gerais (Brasil). La antigua Universidad Abierta de Nueva Cork le confirió el título de Doctor en Pedagogía. Asistió a cursos del Instituto de Cultura Hispánica en Madrid. Ha dedicado buena parte de su vida a compilar la poesía de los poetas venezolanos de todos los tiempos y de los representativos de la poesía Hispanoamérica del Siglo XX (1985). Durante muchos años ejerció la Secretaría ejecutiva de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Actualmente vive en la ciudad de Mérida donde ha escrito sus libros más recientes. Obra literaria: Isla de soledad (1943), Soledad invadida (1947), La inefable compañía (1956), Sombra del cuerpo del amor (1958), Sanare puramente paraíso (1962), Crónica del sueño (1964), El silencio del agua (1974), Los Siete Pórticos Celestes (1976), Cielo y tierra del amor (1979), Ellaspoemas (1980), Angelofanía (1982), Aromario (1983). Como crítico y antólogo de la poesía venezolana y latinoamericana, su aporte ha sido orgánico. Con ello se encuentra: Lector de poesía, Antología General de la Poesía Venezolana (1850-1950), Antología Actual de la Poesía Venezolana (1950-1980), Muestra de Poesía Hispanoamericana del siglo XX (en dos volúmenes de la Biblioteca Ayacucho) y Nueva Antología de Poetas Venezolanos (Nacidos entre 1930 y 1960), editada por Ediciones Solar (Mérida, 2001). Poemas escogidos, (Antología poética de la Colección Hispanoamérica, preparada por David Escobar Galindo, El Salvador, 1983). La Asociación de Escritores de Mérida-Venezuela está preparando la edición de su poemario Casa de la luz primera, bajo el auspicio del Centro Nacional del Libro (CENAL), como celebración, a sus noventa años. (Fuente: III Antología de Poesía, entre Eros y Tánatos, Asociación de Escritores de Mérida, Venezuela, 2006; Poemas Escogidos, colección Hispanoamérica, dirigida por David escobar Galindo, El Salvador, 1983)
PABLO RIQUELME
“Quiero comprenderlos, no en su grandeza y lucidez, no en su opulencia y felicidad, sino en su miseria y abandono, en sus momentos de crisis y en sus fracasos y errores, en esos errores que nos ponen de espaldas al destino, caídos frente a la historia y a la vida que otros siguen. Y quiero comprenderlos sobre todo desde el corazón y no desde la desdeñosa inteligencia. Amarlos, pero no como seres perfectos, sino como lo que son, defectuosos, es decir humanos. No creo ni doy más crédito que a aquella que es “sentida”.”
CONTEMPLACIÓN
“De nada sirve que trate de ocultarme o de que consuma varios años de mi vida en una u otra actividad. Siempre he de volver, en cualquier momento, a recobrar la lucidez del mundo y su sentido. Parado en una esquina o caminando entre un tumulto de gente, en la entrada de algún Banco o de algún edificio grande, recostado en mi cama o detrás de ese silencio que queda después de hacer el amor. Siempre vendrá a mí, y lo palparé, no ya como en mi juventud, en simples pensamientos, sino como vivencias, como parte de lo que soy, de lo que he sido, de lo que seguiré siendo. Entonces vale tanto una risa irónica y triste que me dé a mí mismo en esa doblez que tengo de mi propio rostro o que me diga sí, ha sido terrible y, sin embargo, no ha sido, puesto que en ningún lugar se verifica, no ha dejado ninguna clase de huellas o rastros. Simplemente ha quedado en mí, como una doblez más de mi rostro, y puedo palparla aquí, al lado de mis labios, en la izquierda, o en mi frente algo ceñida. Nadie lo sabrá, y seguiré viviendo sin que nadie se entere de nada. Siempre es algo, pero siempre, retomando nuevamente la vida con los ánimos de que disponga, me diré que no es nada.”
REFERENCIA: Riquelme, Pablo (1974): La posada, Caracas, Monte Ávila
Pablo Riquelme Senra (Maracaibo, Zulia 1946): Estuvo unos años vinculado a un grupo de jóvenes intelectuales y artistas, denominado La Mandrágora. Es profesor asociado de la Facultad Experimental de Ciencias de La Universidad del Zulia (LUZ) a dedicación exclusiva, y está adscrito al Departamento de Ciencias Humanas. Licenciado en Letras (1970) y con Máster en Lingüística. Obras literarias: La Posada (1974), libro de relatos breves; Rugosa Pared (1985) poemario y, además, Inútil Empeño (1988) textos literarios breves donde, a partir de sus unidades posibles, el autor se nos muestra como un poeta fiel a su destino.
Más información, puede visitar: http://www.legamos.com.ve/escritores_pablo.htm
Claudia Sierich
De partida
Si contra toda esperanza no intentara
Afincarme
En un estremecido,
Montar carpas extrañas
Sobre el enjambre de citas
Si contra toda sensatez no siguiera girando
Lugares comunes,
Irrepetibles donantes de orilla
Sin lado, avanzara vagantes de vano en vano
Si entonces partieras
Que has reunido
Perdieras algo
Todos los días
Del crucero
Avidez
Sólo un gesto de probada locura
De airado desconocimiento
De hondo olvido
También
La avidez por fraguar hacia dónde
Un antiguo vicio de serme
Pudo haber llevado a esto.
Lo he poblado
Agradezco tu silencio.
No interrogo dónde brota qué sostiene
Retoña de mil formas fabulosas
Sombra de un gran tiempo que pasó alucinado
Permanece el espacio de la tierra
De nadie permanece la intermitencia
Del espíritu permanece una forma
De tensión
Claudia Sibylle Sierich Georgi (Caracas, 1963). Lic. en Idiomas por el Sprachen und Dolmetscherinstitut de Munich, Alemania. Cursó una Maestría en Letras Latinoamericanas de la Universidad Simón Bolívar. Es traductora e intérprete del idioma alemán y poeta residenciada en Venezuela. Colaboradora del Foro Literario Austria-América Latina de Viena. Con la presente obra se hizo acreedora del Premio del Concurso para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores, mención poesía, edición 2008. La misma obtuvo en el año 2010, la Mención Honorífica del Premio Municipal de Poesía (Caracas). Fundadora y directora de Festival experimental “Traficantes de palabras”, traficantesdepalabras@gmail.com. Actualmente es Presidenta de la Asociación Venezolana de Intérpretes de Conferencia (2009-2010).
Referencia: Sierich, Claudia (2008): Imposible de lugar. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana
Para saber más, visita este link:
Déjame sueltas las manos...
Déjame sueltas las manos
y el corazón, déjame libre!
Deja que mis dedos corran
por los caminos de tu cuerpo.
La pasión —sangre, fuego, besos—
me incendia a llamaradas trémulas.
Ay, tú no sabes lo que es esto!
Es la tempestad de mis sentidos
doblegando la selva sensible de mis nervios.
Es la carne que grita con sus ardientes lenguas!
Es el incendio!
Y estás aquí, mujer, como un madero intacto
ahora que vuela toda mi vida hecha cenizas
hacia tu cuerpo lleno, como la noche, de astros!
Déjame libre las manos
y el corazón, déjame libre!
Yo sólo te deseo, yo sólo te deseo!
No es amor, es deseo que se agosta y se extingue,
es precipitación de furias,
acercamiento de lo imposible,
pero estás tú,
estás para dármelo todo,
y a darme lo que tienes a la tierra viniste—
como yo para contenerte,
y desearte,
y recibirte!
Gonzalo Osses Vilches - Último deseo
Último deseo
Ha muerto el hombre que yo fui, te lo prometo,
incluso siento pena por él;
tan falso, tan cruel, tan bohemio,
tan absurdo en su vivir, tan grotesco.
Ha muerto hoy, pero es para mejor.
Rescatemos de él lo poco que era verdadero;
el amor por su trabajo, su falta de dinero,
la pasión con la que de ti me hablaba a cada momento.
Murió, pero se fue contento.
En sus labios tenía tu nombre, junto al sabor de la culpa,
en sus ojos, el paisaje más sereno y en su boca un último deseo:
darte al volver un abrazo sincero.
Y yo, que soy quien escuchaba su añoranza por tus besos,
debo esperar tu regreso, tras ocho meses de silencio,
darte el abrazo que te debo y dejar atrás al que ha muerto.
No lloraré, ya habré llorado todas las lágrimas que le debía a la vida.
No dudaré, las dudas no existirán si veo en ti una mínima sonrisa.
No soñaré, pues mi más grande sueño se estará cumpliendo.
Y renaceré, para reinventar el amor que había inventado para ti.
Sí, porque a partir de hoy, te amaré por los dos,
pues te confieso que yo, cuando él me hablaba de ti,
también... ¡también te amaba en silencio!
La gata herida
[a Michu]
La gata herida por la curiosidad
salto los tejados ajenos, lejanos.
Tiene una patita lastimada.
Ella brinca lento, camina paso a paso
llevando su cuerpo a cuesta que va creciendo.
Intenta asomar su cabeza por la ventana abierta
sin hallar nada.
Recorre el lugar
se acerca al cuarto y llama a la puerta,
metiendo la otra patita que le queda
para que la dejen entrar.
Mira atentamente en silencio
planeando acercarse a aquel cuerpo caliente.
Sigilosamente, sin dejar rastro, logra llegar a su encuentro
esperando sentir las manos en su piel
mientras masajea su cobija.
Gata herida por recorrer caminos conocidos, aunque ajenos.
No puede ya con sus locuras, ni brincar
ni dañar el viejo mueble del corredor, ni correr a su primogénita
de su territorio.
Ella espera algún día jugar con las sombras de su cuerpo
ahora cansado.
Gata que espera en las escaleras de aquel oscuro terreno
por aquel cuerpo corriente, por aquellas manos que provocan
que la hacen enloquecer,
reclamando de vez en cuando su abandono.
Viendo caer la lluvia esta la gata, oculta en aquel lugar
donde se esconde los gatos vagabundos
de tiempos lejanos y cercanos, lugar
donde rituales de amor ejecutó en el recuerdo del pasado.
© Ligia Ruiz
08/03/11 22:33pm
El significado del Amor en "La Quinta Montaña"
“Su corazón empezaba a alarmarse; le gustaba estar al lado de [aquel hombre]. El amor podía ser una experiencia más temible que estar ante un soldado […] con una flecha apuntándole el corazón. Si la flecha lo alcanzaba, él moriría, y el resto quedaría a cargo de Dios; pero si el amor lo hería, él mismo tendría que asumir las consecuencias.” (p. 89)
“Aun así, continuaría amándolo porque, por primera vez en su vida, tenía conciencia de lo que era la libertad. Podía amarlo aunque él jamás lo supiera; no necesitaba su permiso para extrañarlo, pensar en él el día entero, esperarlo para cenar y preocuparse por lo que se podría estar tramando en contra de él. Esto era la libertad: sentir lo que su corazón deseaba, independientemente de la opinión de los otros. Ya había luchado con los amigos y vecinos en defensa de la presencia del extranjero en su casa; no necesitaba luchar contra sí misma.” (p. 90)
“Estoy librando un combate inútil –pensó-. El amor ganará esta batalla, y yo la amaré por el resto de mis días. Señor, envíame de vuelta a [mi tierra] para que yo jamás tenga que decir a esta mujer lo que siento. Porque ella no me ama, y me dirá que su corazón fue enterrado con el cuerpo de su heroico marido.” (p. 91)
Referencia: Coelho, Paulo (2006): La Quinta Montaña, Planeta, Bogotá.
Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947- ). Narrador, dramaturgo, novelista, periodista y guionista de televisión brasileño. Humanista polifacético, aunque su nombre ha quedado definitivamente consagrado en el ámbito de la narrativa contemporánea, género que ha enriquecido con una de las novelas breves más importantes del último cuarto del siglo XX: El alquimista. Obras: El teatro en la Educación (1974), El Manifiesto de Krig-há (1974), Archivos del Infierno (1982) [única edición], Manual práctico del vampirismo (1986, retirado en 1987), El peregrino de Compostela (Diario de un mago) (1987), El alquimista (1988), Brida (1990), El don supremo (de Henry Drummond) (1991), Valquirias (1992), Maktub (1994), A orillas del río Piedra me senté y lloré (1994), La quinta montaña (1996), Cartas de Amor del Profeta (de Khalil Gibran) (1997), El Manual del Guerrero de la Luz (1997), Verónika decide morir (1998), El demonio y la señorita Prym (2000), Once minutos (2003), El Zahir (2005), La bruja de Portobello (2007), Como el río que fluye (2008), El vencedor está solo (2008), El camino del arco (2009), Guerrero de la luz (2009), Historias para padres, hijos y nietos (2009), El Aleph (2010).