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José Ángel Buesa

lunes, 19 de septiembre de 2011.


CANCIÓN AGRADECIDA

Gracias, amor, si hiciste que lloviera
en el último instante de este día,
pues, por ser una lluvia triste y fría,
hubo un rayo de sol sobre una hoguera.

Gracias, amor, si tu designio era
que lloviera del modo que llovía
para ofrecerme en una flor tardía
todo el perfume de la primavera.

Gracias, amor, si no la merecía,
gracias, amor, aunque la mereciera;
gracias también por la melancolía.
Que llueve dentro cuando escampa afuera,
y haz que vuelva a llover de esa manera
como llueve en mi alma todavía.



CANCIÓN DE LA BÚSQUEDA

Todavía te busco, mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: «te quiero...»

Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.

Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece menos que lo que llega tarde.

Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años...

Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no decir: «¡Es ella!» —como diría ahora—
seguiré mi camino, murmurando: «Era ella...»



CANCIÓN DEL AMOR LEJANO

Ella no fue, entre todas, la más bella,
pero me dio el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fue porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana...
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene más reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fue en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo...
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más... Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.



CANCIÓN DEL AMOR PROHIBIDO

Sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.

Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
Y aún nos arde en los labios algún beso reciente.

Sólo tú y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.

Y así dos orillas tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.



CANCIÓN DE LA LLUVIA

Acaso está lloviendo también en tu ventana;
Acaso esté lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.

Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,
sintiendo que despierta tu ternura de ayer.
Y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,
y aún lloverá en tus ojos, al dejar de llover.



POEMA DEL REGRESO

Vengo del fondo oscuro de una noche implacable,
y contemplo los astros con un gesto de asombro.
Al llegar a tu puerta me confieso culpable,
y una paloma blanca se me posa en el hombro.

Mi corazón humilde se detiene en tu puerta
con la mano extendida como un viejo mendigo;
y tu perro me ladra de alegría en la huerta,
porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.

Al fin creció el rosal aquel que no crecía
y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro:
Yo también he cambiado mucho desde aquel día,
pues no tienen estrellas las noches del destierro.

Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada;
pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,
mírame dulcemente, sin preguntarme nada,
y sabrás que no he vuelto... ¡porque estaba contigo!


POESÍA DEL AMOR IMPOSIBLE

Esta noche pasaste por mi camino
y me tembló en el alma no se que afán
pero yo estoy consciente de mi destino
que es mirarte de lejos y nada más.

No, tú nunca dijiste que hay primavera
en las rosas ocultas de tu rosal.
Ni yo debo mirarte de otra manera
que mirarte de lejos y nada más.

Y así pasas a veces tranquila y bella,
así como esta noche te vi pasar.
Más yo debo mirarte como una estrella
que se mira de lejos y nada más.

Y así pasan las rosas de cada día
dejando las raíces que no se van.
Y yo con mi secreta melancolía
de mirarte de lejos y nada más.

Y así seguirás siempre, siempre prohibida,
más allá de la muerte, si hay más allá.
Porque en esa vida, si hay otra vida,
te mirare de lejos y nada más...



DISCRETO AMOR

Mi viejo corazón toca a una puerta,
mi viejo corazón, como un mendigo
con el afán de su esperanza incierta
pero callando lo que yo no digo.

Porque la que me hirió sin que lo advierta,
la que sólo me ve como un amigo
si alguna madrugada está despierta
nunca será porque soñó conmigo...

Y sin embargo, ante la puerta oscura
mi corazón, como un mendigo loco
va a pedir su limosna de ternura.

Y cerrada otra vez, o al fin abierta,
no importa si alguien oye cuando toco,
porque nadie sabrá cuál es la puerta.



POEMA CRUEL

He empezado cien veces este poema cruel.
Cien veces lo he dejado morir en el papel.
Pero siempre renace bajo las tachaduras
con los ojos malignos, con las manos oscuras.

Me despierta en las noches como un duende perverso,
como una gota de agua, brotando verso a verso.
Me persigue en las calles, me golpea al oído,
y ahora estoy escribiéndolo, para ver si lo olvido.

Es para ti el poema. Y es un poema cruel
por ciertas cosas tuyas que iré diciendo en él,
por todas esas cosas que duran un momento,
que pasan y se olvidan, como el amor y el viento.

Sin embargo, la culpa no fue tuya ni mía.
Fue un viento de hojas secas que soplaba aquel día.
Pero en la pesadumbre de un año y otro año,
te escribo este poema temiendo hacerte daño.

Y, al pensar en las novias que se quedan solteras,
casi preferiría que nunca lo leyeras…
Ya ves que no te acuso. Ya ves que no me quejo.
Y si es cruel mi poema, más cruel será tu espejo.

Tu espejo, el alto espejo, que fue el único amigo
que conoció tus tardes de ir a pasear conmigo,
el único que siempre te decía que sí,
y el único que supo si lloraste por mí…

Tu espejo, que en la gloria que no logró un amante
duplicó tantas veces tu desnudez triunfante
y sabía el secreto final de tu sonrisa
en los viejos domingos de vestirte sin prisa.

Y tu amigo, el espejo, fue un amigo lejano
cuando tu primavera se convirtió en verano
al reflejar tus ojos de mujer sin cariño
y tus labios resecos de no besar a un niño.

El amigo lejano fue un testigo inoportuno
que vio pasar tus días sin amor uno a uno
ya con tu lento paso de mujer olvidada
y una lluvia de otoños lloviendo en tu mirada.

Ah…el otoño de la mujer bonita
que es la viuda de un hombre que no acudió a la cita.
Ver secos los rosales bajo un cielo inclemente
mientras crecen las rosas en la acera de enfrente.

Y así fue que el espejo se empañó una mañana
con tu primera arruga, con tu primera cana
y, al opacarse el brillo de seda de tu piel
ya no te desvestiste nunca más delante de él.

Ah que triste ceniza donde nunca ardió nada
con una fulgente y ardiente llamarada
¡sí cuántas hojas secas,  cuánto tiempo perdido!
para siempre en la sombra, más allá del olvido.

Comprender de repente que se ha vivido en vano
cuando un copo de espuma se evapora en la mano
y aprender en las noches de no dormir siquiera
que la lluvia no sabe llover de otra manera.

¡Ah! pobre amada mía, ya tu boca está triste
de frases que has callado, de besos que no diste.
Y tu vida es inútil, aunque tú no lo digas
como el pozo sin agua y el surco sin espigas.

Eso es todo adorada, yo también estoy viejo
viejo de no olvidarte, viejo como tu espejo.
Y dolorosamente más piadoso que él
terminan los versos de mi poema cruel.



José Ángel Buesa (Cienfuegos, Cuba 1910/Santo Domingo, República Dominicana, 1982) fue un poeta romántico con un claro tono de melancolía a través de toda su obra poética, que es primordialmente elegíaca. Fue también novelista y escritor de libretos para la radio y la televisión cubanas, también fue director de célebres programas radiales en las estaciones RHC-Cadena Azul y CMQ, ya inexistentes. Los últimos años de su vida los vivió en el exilio, y se dedicó a la enseñanza, ejerciendo como catedrático de literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en la República Dominicana.
Sus principales obras son: La fuga de las horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria (todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo Oasis y Poeta Enamorado (1949). Su libro Oasis (1943) se reeditó en más de 26 ocasiones, así como Nuevo Oasis. Sus libros se agotaban tan pronto salían. Se dice que de un poema suyo fueron los primeros versos que se oyeron en la televisión cubana en el año 61. Catalogado por algunos críticos como poeta menor, cursi y fácil, no obstante podría afirmarse que ningún poeta cubano ha hecho mejor gala del neo-romanticismo americano.
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José Antonio Escalona Escalona

miércoles, 27 de julio de 2011.

A la conquista de la soledad

I

Ahora sé tu nombre verdadero,

isla de soledad reconquistada:

tierra del corazón en el desierto,

residencia del llanto perdurable.


¡Aquí contigo, donde nada crece,

el tiempo es un remanso sin fronteras,

y el espacio un hermético recinto

bajo un cielo sin luz ni movimiento!


El rumor de la vida y de la muerte

y las remotas músicas del mundo

tus límites oscuros no traspasan.


¡Y el silencio delata su presencia

sólo porque en su entraña, prisionero,

oigo mi propio corazón clamante!




Sueño de amor

Perfecto sueño de amor sería

oír las voces del universo

que cantan enamoradamente:

como si no existiera el odio

que vence el poder de la ternura;

como si la ira de los hombres

no ensangrentara cuerpos y almas;

como si en las flores y los frutos

hubiera lozanía perpetua;

como si pudiesen ser amigos

el júbilo y la melancolía;

como si esa luz omnipresente

que define formas y colores

no fuese gemela de la sombra;

como si todos los corazones

merecieran de verdad su nombre;

como si todo dolor no fuera

paralelo alterno de la dicha;

como si las aguas de la tierra

corrieran siempre por cauces puros;

como si la herencia de la vida

no fuera, fatal, la propia muerte.



Cuando Dios dice

«Cuando Dios dice Amor,

Dios dice rosa».

Lo expresas con simplísima elocuencia

porque en la brevedad misma de la rosa

radica la hermosura de su vida

y en símbolo inmortal se transfigura.



Inmóvil

Inmóvil como siempre

me recibes.

Y en tu absorto silencio permanezco.

Tal actitud hierática del cuerpo

es aparente imagen. Muy adentro

del corazón

-timbal de la alegría

y de otros ritmos del sentir-

sigue

sin pausa

el íntimo concierto.


Sólo apariencia –digo- de reposo.

Porque el vuelo

de mi imaginación

en ilusorios giros me lleva

sucesivamente

del inmediato ahora

a lo pasado

y vuelta a lo que es sueño todavía.



Hable el silencio

Escucha

siempre

la exhortación de tus sentires

y las premoniciones de tu instinto

antes de revelar tus pensamientos.

Si no puedes expresarlos

-como ciñe de rumores

la fluvial corriente

las rocas

aflorantes en la mitad del cauce-

detén

el discurrir de las palabras

y que en tu corazón

hable

tan sólo la elocuencia del silencio.



Admoniciones

No digas a tus sueños

ceremoniosamente:

«Buenos días» o «Buenas noches».

Vívelos de verdad a toda hora

y a plena luz o en la absoluta sombra.


Que tus días

lo mismo que tus noches

no sean diferentes de tus sueños.


No preguntes al sol cada mañana

qué rumbo ha de seguir tu fantasía

pues no requiere itinerario

su incoercible libertad de vuelo.


No olvides que el Amor

es la sustancia única, que sacia

la sed y el hambre

de esa felicidad nunca imposible

que en alma y cuerpo todos anhelamos.



REFERENCIA: Escalona-Escalona, José Antonio (2008): Mi campesino corazón te nombra, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana


José Antonio Escalona Escalona (Sanare, estado Lara, 1917): Poeta, ensayista, crítico, bibliográfico, antólogo. Profesor Titular, jubilado de la Universidad Pedagógica Libertador, Caracas. Realizó estudios en el Instituto Universitario Psicotécnico de Río de Janeiro y de la Universidad de Minas de Gerais (Brasil). La antigua Universidad Abierta de Nueva Cork le confirió el título de Doctor en Pedagogía. Asistió a cursos del Instituto de Cultura Hispánica en Madrid. Ha dedicado buena parte de su vida a compilar la poesía de los poetas venezolanos de todos los tiempos y de los representativos de la poesía Hispanoamérica del Siglo XX (1985). Durante muchos años ejerció la Secretaría ejecutiva de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Actualmente vive en la ciudad de Mérida donde ha escrito sus libros más recientes. Obra literaria: Isla de soledad (1943), Soledad invadida (1947), La inefable compañía (1956), Sombra del cuerpo del amor (1958), Sanare puramente paraíso (1962), Crónica del sueño (1964), El silencio del agua (1974), Los Siete Pórticos Celestes (1976), Cielo y tierra del amor (1979), Ellaspoemas (1980), Angelofanía (1982), Aromario (1983). Como crítico y antólogo de la poesía venezolana y latinoamericana, su aporte ha sido orgánico. Con ello se encuentra: Lector de poesía, Antología General de la Poesía Venezolana (1850-1950), Antología Actual de la Poesía Venezolana (1950-1980), Muestra de Poesía Hispanoamericana del siglo XX (en dos volúmenes de la Biblioteca Ayacucho) y Nueva Antología de Poetas Venezolanos (Nacidos entre 1930 y 1960), editada por Ediciones Solar (Mérida, 2001). Poemas escogidos, (Antología poética de la Colección Hispanoamérica, preparada por David Escobar Galindo, El Salvador, 1983). La Asociación de Escritores de Mérida-Venezuela está preparando la edición de su poemario Casa de la luz primera, bajo el auspicio del Centro Nacional del Libro (CENAL), como celebración, a sus noventa años. (Fuente: III Antología de Poesía, entre Eros y Tánatos, Asociación de Escritores de Mérida, Venezuela, 2006; Poemas Escogidos, colección Hispanoamérica, dirigida por David escobar Galindo, El Salvador, 1983)

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PABLO RIQUELME

jueves, 30 de junio de 2011.



LA VIDA O EL ERROR

“Quiero comprenderlos, no en su grandeza y lucidez, no en su opulencia y felicidad, sino en su miseria y abandono, en sus momentos de crisis y en sus fracasos y errores, en esos errores que nos ponen de espaldas al destino, caídos frente a la historia y a la vida que otros siguen. Y quiero comprenderlos sobre todo desde el corazón y no desde la desdeñosa inteligencia. Amarlos, pero no como seres perfectos, sino como lo que son, defectuosos, es decir humanos. No creo ni doy más crédito que a aquella que es “sentida”.”


CONTEMPLACIÓN


“De nada sirve que trate de ocultarme o de que consuma varios años de mi vida en una u otra actividad. Siempre he de volver, en cualquier momento, a recobrar la lucidez del mundo y su sentido. Parado en una esquina o caminando entre un tumulto de gente, en la entrada de algún Banco o de algún edificio grande, recostado en mi cama o detrás de ese silencio que queda después de hacer el amor. Siempre vendrá a mí, y lo palparé, no ya como en mi juventud, en simples pensamientos, sino como vivencias, como parte de lo que soy, de lo que he sido, de lo que seguiré siendo. Entonces vale tanto una risa irónica y triste que me dé a mí mismo en esa doblez que tengo de mi propio rostro o que me diga sí, ha sido terrible y, sin embargo, no ha sido, puesto que en ningún lugar se verifica, no ha dejado ninguna clase de huellas o rastros. Simplemente ha quedado en mí, como una doblez más de mi rostro, y puedo palparla aquí, al lado de mis labios, en la izquierda, o en mi frente algo ceñida. Nadie lo sabrá, y seguiré viviendo sin que nadie se entere de nada. Siempre es algo, pero siempre, retomando nuevamente la vida con los ánimos de que disponga, me diré que no es nada.”


REFERENCIA: Riquelme, Pablo (1974): La posada, Caracas, Monte Ávila


Pablo Riquelme Senra (Maracaibo, Zulia 1946): Estuvo unos años vinculado a un grupo de jóvenes intelectuales y artistas, denominado La Mandrágora. Es profesor asociado de la Facultad Experimental de Ciencias de La Universidad del Zulia (LUZ) a dedicación exclusiva, y está adscrito al Departamento de Ciencias Humanas. Licenciado en Letras (1970) y con Máster en Lingüística. Obras literarias: La Posada (1974), libro de relatos breves; Rugosa Pared (1985) poemario y, además, Inútil Empeño (1988) textos literarios breves donde, a partir de sus unidades posibles, el autor se nos muestra como un poeta fiel a su destino.


Más información, puede visitar: http://www.legamos.com.ve/escritores_pablo.htm

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Claudia Sierich

lunes, 16 de mayo de 2011.

De partida

Si contra toda esperanza no intentara

Afincarme

En un estremecido,

Montar carpas extrañas

Sobre el enjambre de citas

Si contra toda sensatez no siguiera girando

Lugares comunes,

Irrepetibles donantes de orilla

Sin lado, avanzara vagantes de vano en vano

Si entonces partieras

Que has reunido

Perdieras algo

Todos los días

Del crucero


Avidez

Sólo un gesto de probada locura

De airado desconocimiento

De hondo olvido

También

La avidez por fraguar hacia dónde

Un antiguo vicio de serme

Pudo haber llevado a esto.



Lo he poblado

Agradezco tu silencio.

No interrogo dónde brota qué sostiene

Retoña de mil formas fabulosas

Sombra de un gran tiempo que pasó alucinado

Permanece el espacio de la tierra

De nadie permanece la intermitencia

Del espíritu permanece una forma

De tensión


Claudia Sibylle Sierich Georgi (Caracas, 1963). Lic. en Idiomas por el Sprachen und Dolmetscherinstitut de Munich, Alemania. Cursó una Maestría en Letras Latinoamericanas de la Universidad Simón Bolívar. Es traductora e intérprete del idioma alemán y poeta residenciada en Venezuela. Colaboradora del Foro Literario Austria-América Latina de Viena. Con la presente obra se hizo acreedora del Premio del Concurso para Autores Inéditos de Monte Ávila Editores, mención poesía, edición 2008. La misma obtuvo en el año 2010, la Mención Honorífica del Premio Municipal de Poesía (Caracas). Fundadora y directora de Festival experimental “Traficantes de palabras”, traficantesdepalabras@gmail.com. Actualmente es Presidenta de la Asociación Venezolana de Intérpretes de Conferencia (2009-2010).


Referencia: Sierich, Claudia (2008): Imposible de lugar. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana


Para saber más, visita este link:

http://www.123people.com/s/claudia+sierich

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Déjame sueltas las manos...

martes, 19 de abril de 2011.

Déjame sueltas las manos

y el corazón, déjame libre!

Deja que mis dedos corran

por los caminos de tu cuerpo.

La pasión —sangre, fuego, besos—

me incendia a llamaradas trémulas.

Ay, tú no sabes lo que es esto!

Es la tempestad de mis sentidos

doblegando la selva sensible de mis nervios.


Es la carne que grita con sus ardientes lenguas!

Es el incendio!

Y estás aquí, mujer, como un madero intacto

ahora que vuela toda mi vida hecha cenizas

hacia tu cuerpo lleno, como la noche, de astros!

Déjame libre las manos

y el corazón, déjame libre!

Yo sólo te deseo, yo sólo te deseo!

No es amor, es deseo que se agosta y se extingue,

es precipitación de furias,

acercamiento de lo imposible,

pero estás tú,

estás para dármelo todo,

y a darme lo que tienes a la tierra viniste—

como yo para contenerte,

y desearte,

y recibirte!



Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Parral, 1904 – Santiago de Chile, 1973) conocido por el seudónimo y, más tarde (1946), el nombre legal de Pablo Neruda. Fue un poeta y militante comunista chileno, considerado entre los mejores y más influyentes del siglo XX. Sus obras: Crepusculario (1923), Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), Tentativa del hombre infinito (1926), Anillos (1926), El hondero entusiasta(1933), El habitante y su esperanza (1926), Residencia en la tierra (1925–1931) (1935), España en el corazón (1937),Nuevo canto de amor a Stalingrado (1943), Tercera residencia (1935–1945) (1947), Canto general (1950), Los versos del capitán (1952), Todo el amor (1953), Las uvas y el viento (1954), Odas elementales (1954), Estravagario (1958),Navegaciones y regresos (1959), Cien sonetos de amor(1959), Canción de gesta (1960), Poesías: Las piedras de Chile (1960), Cantos ceremoniales (1961), Memorial de Isla Negra (1964), Arte de pájaros (1966), La Barcarola (1967),Las manos del día (1968), Fin del mundo (1969), Aún (1969),Maremoto (1970), La espada encendida (1970), Las piedras del cielo (1970), Discurso de Estocolmo (1972), Geografía infructuosa (1972), La rosa separada (1972), Incitación al Nixonicidio y alabanza de la revolución chilena (1973) y otros.

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Gonzalo Osses Vilches - Último deseo

sábado, 2 de abril de 2011.

Último deseo

Ha muerto el hombre que yo fui, te lo prometo,
incluso siento pena por él;
tan falso, tan cruel, tan bohemio,
tan absurdo en su vivir, tan grotesco.

Ha muerto hoy, pero es para mejor.
Rescatemos de él lo poco que era verdadero;
el amor por su trabajo, su falta de dinero,
la pasión con la que de ti me hablaba a cada momento.

Murió, pero se fue contento.
En sus labios tenía tu nombre, junto al sabor de la culpa,
en sus ojos, el paisaje más sereno y en su boca un último deseo:
darte al volver un abrazo sincero.

Y yo, que soy quien escuchaba su añoranza por tus besos,
debo esperar tu regreso, tras ocho meses de silencio,
darte el abrazo que te debo y dejar atrás al que ha muerto.

No lloraré, ya habré llorado todas las lágrimas que le debía a la vida.
No dudaré, las dudas no existirán si veo en ti una mínima sonrisa.
No soñaré, pues mi más grande sueño se estará cumpliendo.
Y renaceré, para reinventar el amor que había inventado para ti.

Sí, porque a partir de hoy, te amaré por los dos,
pues te confieso que yo, cuando él me hablaba de ti,
también... ¡también te amaba en silencio!



Gonzalo Osses Vilches (Santiago de Chile, 1977-) Cuentista y poeta chileno. Obras publicadas: "De lunas y soledades" (1997), "La vida entreparéntesis". Entre sus obras destacan los libros de poemas "El verde que perdí", "De carne y verso" y "Conversaciones conmigo mismo", último que fue prologado por Gonzalo Rojas.





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La gata herida

martes, 15 de marzo de 2011.


[a Michu]

La gata herida por la curiosidad

salto los tejados ajenos, lejanos.

Tiene una patita lastimada.

Ella brinca lento, camina paso a paso

llevando su cuerpo a cuesta que va creciendo.

Intenta asomar su cabeza por la ventana abierta

sin hallar nada.

Recorre el lugar

se acerca al cuarto y llama a la puerta,

metiendo la otra patita que le queda

para que la dejen entrar.

Mira atentamente en silencio

planeando acercarse a aquel cuerpo caliente.

Sigilosamente, sin dejar rastro, logra llegar a su encuentro

esperando sentir las manos en su piel

mientras masajea su cobija.

Gata herida por recorrer caminos conocidos, aunque ajenos.

No puede ya con sus locuras, ni brincar

ni dañar el viejo mueble del corredor, ni correr a su primogénita

de su territorio.

Ella espera algún día jugar con las sombras de su cuerpo

ahora cansado.

Gata que espera en las escaleras de aquel oscuro terreno

por aquel cuerpo corriente, por aquellas manos que provocan

que la hacen enloquecer,

reclamando de vez en cuando su abandono.

Viendo caer la lluvia esta la gata, oculta en aquel lugar

donde se esconde los gatos vagabundos

de tiempos lejanos y cercanos, lugar

donde rituales de amor ejecutó en el recuerdo del pasado.

© Ligia Ruiz

08/03/11 22:33pm

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El significado del Amor en "La Quinta Montaña"

jueves, 3 de marzo de 2011.



“Su corazón empezaba a alarmarse; le gustaba estar al lado de [aquel hombre]. El amor podía ser una experiencia más temible que estar ante un soldado […] con una flecha apuntándole el corazón. Si la flecha lo alcanzaba, él moriría, y el resto quedaría a cargo de Dios; pero si el amor lo hería, él mismo tendría que asumir las consecuencias.” (p. 89)

“Aun así, continuaría amándolo porque, por primera vez en su vida, tenía conciencia de lo que era la libertad. Podía amarlo aunque él jamás lo supiera; no necesitaba su permiso para extrañarlo, pensar en él el día entero, esperarlo para cenar y preocuparse por lo que se podría estar tramando en contra de él. Esto era la libertad: sentir lo que su corazón deseaba, independientemente de la opinión de los otros. Ya había luchado con los amigos y vecinos en defensa de la presencia del extranjero en su casa; no necesitaba luchar contra sí misma.” (p. 90)

“Estoy librando un combate inútil –pensó-. El amor ganará esta batalla, y yo la amaré por el resto de mis días. Señor, envíame de vuelta a [mi tierra] para que yo jamás tenga que decir a esta mujer lo que siento. Porque ella no me ama, y me dirá que su corazón fue enterrado con el cuerpo de su heroico marido.” (p. 91)


Referencia: Coelho, Paulo (2006): La Quinta Montaña, Planeta, Bogotá.



Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947- ). Narrador, dramaturgo, novelista, periodista y guionista de televisión brasileño. Humanista polifacético, aunque su nombre ha quedado definitivamente consagrado en el ámbito de la narrativa contemporánea, género que ha enriquecido con una de las novelas breves más importantes del último cuarto del siglo XX: El alquimista. Obras: El teatro en la Educación (1974), El Manifiesto de Krig-há (1974), Archivos del Infierno (1982) [única edición], Manual práctico del vampirismo (1986, retirado en 1987), El peregrino de Compostela (Diario de un mago) (1987), El alquimista (1988), Brida (1990), El don supremo (de Henry Drummond) (1991), Valquirias (1992), Maktub (1994), A orillas del río Piedra me senté y lloré (1994), La quinta montaña (1996), Cartas de Amor del Profeta (de Khalil Gibran) (1997), El Manual del Guerrero de la Luz (1997), Verónika decide morir (1998), El demonio y la señorita Prym (2000), Once minutos (2003), El Zahir (2005), La bruja de Portobello (2007), Como el río que fluye (2008), El vencedor está solo (2008), El camino del arco (2009), Guerrero de la luz (2009), Historias para padres, hijos y nietos (2009), El Aleph (2010).

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